martes, 28 de enero de 2014

EL COLOR DE LA NATURALEZA

En la literatura de todos los tiempos y en el arte medieval -por ejemplo en Notre Dame de París- se ha representado a la Naturaleza como un libro, abierto o cerrado según nuestra capacidad de interpretar su lenguaje.
Un lenguaje que para la razón es pura matemática, como diría Galileo Galilei y que para la sensibilidad es un lenguaje donde prima el color.
La geometría de las formas, la disposición de espacios en la arquitectura, nos ubica frente a la realidad; pero es el color quien tiñe nuestra afectividad y modifica nuestro mundo emocional.
Además la primera sensación, la que primero llega a nuestra conciencia es la de la vista, y dentro de ésta, el color antes que la forma. Por ello en el marketing actual, el primer indicativo es el color: la distribución de zonas de un edificio, los tipos de combustibles que usamos para nuestro vehículo, los identificadores de un cableado eléctrico, el símbolo-color corporativo de un logotipo, etc.
El color es quien abre antes la puerta de nuestra sensibilidad y es por ello de vital importancia en todos los ámbitos de nuestra vida.
Cuando filósofos como Ortega y Gasset o Miguel de Unamuno dicen que cada paisaje es, en el fondo, un estado del alma es por cómo en él están tejidas las formas y los colores, y la vibración que éstas imprimen en el alma. Hay colores que inspiran y descansan el alma, como el azul del cielo, que sugiere lo infinito; otros como el rojo excitan, son como un fuego que quema; otros que inspiran confianza como el amarillo del sol; otros como el verde, con su infinidad de matices -¿no es, en definitiva, el COLOR DE LA NATURALEZA?
Sabemos de la vida de una estrella por el color que presenta, los elementos químicos que en ella hay por los colores que fueron absorbidos del espectro de luz, medimos la temperatura de una llama o de un metal candente por los bellísimos colores que irradian; durante la noche priman los colores violáceos y las sombras no son sólo grises, sino que tienden, como dijo Goethe, al azul; los dedos de rosa de la aurora nos despiertan a la vida y al día como una madre amorosa; el sol sangra con sus tintes bermejos en el crepúsculo y muestra su exhuberancia, alegría y poder en la luz amarilla del mediodía; en la lejanía las montañas se tornan azules como si el color del aire fuese, precisamente azul, un color en que todo se hace serenamente distante; el blanco de las nubes es una promesa del agua que esconden y que va a fertilizar la naturaleza; las mismas flores con la geometría cónica de sus pétalos y la viveza de sus colores atraen a las abejas que las van a polinizar, ciertos rayos cósmicos procedentes del cielo estrellado son necesarios para la alquimia de la vida.
Sí, el lenguaje del color es el de la es el de la Naturaleza y también el del alma humana.












148 x 130 mixta sobre tela
DIPTICO
AMANECER (ANTONIO MACHADO)






156 x 131 cm. Mixta sobre tela. 
DIPTICO
ATARDECER (GABRIELA MISTRAL)




120 x 160 cm. Mixta sobre tela. 
CALMA CHICHA (MARIO BENEDETTI)



202 x 184 cm. Mixta sobre tela. 
TRIPTICO
LA LUNA ASOMA (GARCIA LORCA)


144 x 130 cm. Mixta sobre tela. 
DIPTICO
NOCHE DE VERANO (ANTONIO MACHADO)


140 x 126 cm. Mixta sobre tela. 
DIPTICO
OTOÑO (OCTAVIO PAZ)






















presentacion Pepe Ros
Exposición en "El Paseo Vintage"  ELCHE.
Febrero de 2014    El dia de la inauguración.









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